martes, 18 de octubre de 2011

Estoy tranquila con mis amigas, estoy en mi rutina. De repente vienen a mi recuerdos, me llueven en la mente, me la invaden, me la nublan. Me quedo tildada por unos minutos, minutos donde mi rutina esta rota. Te pienso, te olvido, y sigo.
Soy mi única ayuda. Me di cuenta que soy yo la salida, no vos, ni otro. Simplemente soy yo. Y aunque la vida me lleve siempre hacia a vos, no quiero llegar... nunca.
Pienso que cuando empiezo a sentirme fascinada, atrapada por alguien, siempre encuentro la razón para creer que esa persona es para mi. No hace falta que sea una buena razón. Por ejemplo, estar una tarde en tu casa hablando de estupideces en tu cama acostados mirando el techo. A largo plazo, es un hábito molesto y tonto, que puede provocar la ruptura. Pero bajo el efecto de la fascinación, me doy cuenta que es lo que estuve buscando todo este tiempo.
Pero es hora de volver a mi, como dice Fito, a lo que me hacía bien. A la inocencia de no saber lo que es querer a alguien. Es posible que vuelvas, como no, pero en el caso de que lo hicieras, me podes prometer cien cosas que ya nunca va a ser lo mismo, no más. Quiero amigos, quiero música, quiero salir y drogarme, quiero buscar un laburo... quiero tantas cosas, pero en ninguna estás vos. Se que apareciste y al instante quise demostrarte que estaba acá, quería formar parte de tu vida, quería formar parte de vos, solo para demostrarte que para mi nada había terminado. Que todos los momentos en que estábamos juntos yo sentía que había nacido justo en ese momento, que cuando me dabas un beso el mundo se paraba, cuando alejabas tu boca el mundo seguía pero yo estaba como volando, hasta que te ibas y yo moría cuando te decía "chau".
No quiero olvidarte, porque eso sería como matar parte de mi, y tampoco quiero que me olvides. Solo quiero lo mejor para vos.
Siempre tuve la mente abierta y absorbí la experiencia... y si es que dolió, probablemente valía la pena...







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