jueves, 7 de octubre de 2010

El tema conmigo siempre fue que puedo tener ideas diametralmente opuestas y aun así estar en equilibrio conmigo misma. Puedo pensar que tal cosa es una degeneración y al mismo tiempo darle una vuelta de tuerca y madurar que quizá no es tan mala. Tener sentimientos opuestos respecto de personas, actividades y opiniones. Me cuesta mucho definirme. Supongo que a todos nos cuesta. Siento una razonable envidia por aquellos que tienen las cosas tan claras... Aunque eso mismo me provoca también un poco de rechazo y me suena "aburrido".
¡Ahí lo tienen! Casi sin querer, un clarísimo ejemplo de lo que decía antes: empecé diciendo que tenía envidia de quienes pensaban claramente y terminé escribiendo que me resultaban aburridos y prefería quedarme en mi estado de confusión permanente. Nunca me decido.
Conmigo siempre hay sorpresas. Me descubro diciendo que me gustan cosas que jamás probé o que nunca se me hubiera ocurrido probar. Me encuentro haciando cpsas qie nunca se me hubieran cruzado por la cabeza. Me miento, me engaño y creo en mis personajes. Nunca me diagnosticaron desorden de personalidad, aunque creo que ése fue un regalo de Navidad de los médicos que me atendieron. Si no tengo desórdenes de personalidad, entonces abran las puertas del Borda y dejen a todos mis pares ser felices.
A pesar de que suene gracioso, tener varias personalidades te saca airosa de muchas situaciones dramáticas. Soy varias personas a la vez y varias personas que piensan muy diferente. Aun así, eso no me genera conflicto. No me contradigo: pienso diferente dependiendo de muchos factores. Todas mis personalidades conviven silenciosamente dentro de mí y esperan su turno para salir. ¿De qué depende? ¿Cómo saben cuál tiene que salir? Bueno, ellas sí tienen las ideas claras y saben que cada situación merece una reacción diferente, que se adecue a las circunstancias.

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